jueves, 3 de agosto de 2017

Sobre la gestación subrogada: "La amante de Lord Chatterley"



   Aceptando mi invitación tengo la fortuna de contar con la generosa aportación del jurista PEDRO MARÍA PINTO SANCRISTOVAL sobre el que podemos considerar el tema bioético más candente en la actualidad y que ocupa la portada diaria de los medios de comunicación desde hace muchos meses: la gestación subrogada. Ha coincidido con la entrada en vigor de la norma portuguesa que la regula, y que dada su cercanía nos concierne en extremo. Dicha  ley 25/2016 del 22 de agosto regula esta técnica solo para mujeres  que no puedan quedarse embarazadas por ausencia de útero, que sufran algún tipo de lesión o dolencia en ese órgano que se lo impida o cuando "la situación clínica lo justifique". Se trata de una regulación que marca las reglas y condiciones bajo las que se puede acceder, entre otras, que la mujer gestante no puede hacerlo de forma remunerada ni existir ninguna relación de subordinación económica entre ésta y la pareja beneficiaria. El comentario que aporta, original y brillante, se hace, por tanto, más pertinente que nunca.


- La amante de Lord Chatterley -
"Tiene razón el blogger cuando echa en falta un debate sereno sobre esta crucial materia, que me temo entrará en nuestro Ordenamiento, más pronto que tarde, sin que la sociedad haya sido consciente de las implicaciones antropológicas y morales del asunto. Así, pasó prácticamente inadvertido el Informe del Comité de Bioética de España, pese a la notoria oportunidad de su emisión y el generalizado acierto de su contenido, no obstante matices que no son del caso para un comentario como este, necesariamente breve.
Sólo quiero hacer notar que, seguramente en razón de los equilibrios ideológicos presumibles en todo comité de expertos, el fundamento último en el que se basa la postura negativa del Comité ante la gestación subrogada (y ante el vientre de alquiler, asumiendo la interesante disección terminológica del blogger) queda implícito, aunque, a mi modo de ver, fácilmente reconocible. Aunque mi criterio personal es, en esta cuestión como en todas, conformado sobre la base de principios morales con fundamento cristiano, estoy convencido de que en esta concreta cuestión la posición contraria a la que llega el Comité (y a la que por el momento me adhiero) tiene sólidos apoyos aun sin necesidad de apelar a razones de orden religioso. Así, creo interpretar rectamente al Comité al entender que  muy buena parte de los reparos morales que opone a todas las formas de gestación subrogada tienen como fundamento el imperativo categórico kantiano. Esto es fácilmente aprehensible en la formulación clásica de tratar al otro siempre como un fin en sí mismo y nunca como un medio. En efecto, en la generación natural de descendencia humana, a la pareja se le debe querer en sí misma de modo que, como consecuencia ya deliberada, ya aceptada, de la expresión de ese amor, surja una nueva persona, que idealmente también ha de ser querida por sí misma y no como medio para lograr otra finalidad, por legítima que pueda ser. Apenas veladamente, la defensa de esta concepción natural de las relaciones familiares puede rastrearse en ciertos pasajes del Informe.
Si se me permite un punto de aparente frivolidad, El amante de Lady Chatterley es, en negativo, un perfecto ejemplo de esta concepción normal (kantiana) de las relaciones familiares, por cuanto expone las serias implicaciones sociales, morales y jurídicas que se desprenden de su quiebra. La novela fue en su tiempo escandalosa, pero me temo que el rechazo social obedecía no tanto a consideraciones morales profundas, sino fundamentalmente a la descripción gráfica de relaciones sexuales no sólo ilícitas, sino socialmente inadecuadas. A mi juicio la novela, lejos de prohibirse, ha de ser tomada como una magnífica expresión de las consecuencias de todo orden que se derivan de romper la ordenación natural del matrimonio y la generación de descendencia. Como el lector recordará, Lord Chatterley ha quedado impedido para cualquier actividad sexual pero desea fervientemente tener un hijo, a cuyo efecto, como el estado de la ciencia en el periodo de entreguerras no permite otra alternativa, consiente que su mujer provea a la sucesión por su cuenta, con el argumento definitivo, expresado en una escena desgarradora, de que “lo que importa es el niño, el hombre da igual”. La realidad se encargará de mostrar que eso no es así, porque a Lord Chatterley le acabará importando el hombre, ya que le parece inconveniente el escogido por su mujer para tal propósito (del que, por mor del folletín, Lady Chatterley se enamorará perdidamente). Pero, con independencia de ello, lo relevante es que con la operación sucesoria resumida en tan terrible frase, la pareja desoye ese imperativo categórico kantiano, no sólo porque el hijo no se desee como un bien en sí mismo, mas sólo como medio para lograr la perpetuación de la sucesión del título y el patrimonio familiares, sino también por cuanto supone la instrumentalización de un tercero como mero medio de satisfacción de las necesidades sucesorias de la pareja. Y, aunque las intenciones de Lady Chatterley con respecto al estatus del hijo concebido y a su matrimonio irán evolucionando, lo cierto es que, al conocer su estado, quien se creía genuino amante y no mero donante se indigna al sentirse utilizado como semental (sic) al servicio de una casa noble que, además, le resulta ancestral y biográficamente antipática. En resumen, repugna a su conciencia natural la idea de haber sido utilizado como mero instrumento.
Y es esa, precisamente, la idea que constantemente evoca el Dictamen del Comité, que reiteradamente alerta (y con razón) contra el serio riesgo de instrumentalización de la mujer gestante, como mero recipiente del crecimiento de una criatura. Que, a mi juicio, debería recibir toda la atención en esta materia, pues, ex malo bonum, tiene razón sin saberlo Lord Chatterley, y lo que importa es el niño, sea o no su heredero. En definitiva, lo que el Informe reclama es que se ponga un exquisito cuidado para evitar que la gestante por subrogación se convierta en la amante de Lord Chatterley."